La izquierda radical impone su agenda al gobierno de Joe Biden
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Las decisiones en cuanto a inmigración, economía y política climática demuestran hacia dónde se mueve el nuevo presidente.
Redacción | Primer Informe
El balance de los primeros días de Joe Biden en la Casa Blanca no es alentador. A pesar del divisivo discurso que marcó la campaña presidencial, se habían creado expectativas de que podía comenzar a superarse la polarización.
Las esperanzas de que el nuevo presidente iniciara una era de entendimiento político más allá de la división partidista se esfumaron.
Por el contrario, el número récord de órdenes ejecutivas firmadas por el nuevo presidente apuntan en la dirección contraria. Y más preocupante aún, se confirma que la agenda de la nueva administración está determinada por los intereses de la izquierda radical.
Una análisis de Karl Rove, un ex jefe de gabinete del presidente George W. Bush, publicado en The Wall Street Journal, explica la situación.
Rove asegura que Biden debería haber trabajado con los líderes republicanos para encontrar áreas de acuerdo. Pero, con el paquete de estímulo por la COVID-19, «el presidente no hizo nada por el estilo», apunta.
Biden presentó su iniciativa sin consultar a los republicanos. El paquete tiene un precio de 1,9 billones de dólares. El costo hubiera sido inaceptables para los legisladores republicanos.
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Para el analista la situación es una repetición de lo que sucedió en enero de 2009. Entonces, el presidente Barack Obama descartó las sugerencias del Partido Republicano para su proyecto de ley de estímulo. El argumento que dio para su proceder unilateral fue: «Gané».
Eso ayudó a envenenar la relación de esa administración con su oposición leal y empujó al Partido Republicano a la mayoría de la Cámara en 2010.
Contrarrestar la deriva a la izquierda
Biden mostró un enfoque similar sobre la inmigración. La nueva política se caracteriza por su apertura a la regularización de los ilegales. También se destaca una reducción de la seguridad fronteriza con un énfasis en la interrupción de la construcción del muro.
«El bipartidismo es posible, incluso en circunstancias difíciles. Después de una elección polémica, en 2001 el presidente George W. Bush aprobó una importante reducción de impuestos y la reforma educativa», recuerda Rove.
Ambas cosas las logró con un fuerte apoyo bipartidista. Incluso con un Senado controlado por los demócratas.
Biden se distancia de eso. Aun cuando todos sus nominados para cargos en la administración están siendo aprobados en el Congreso con el apoyo de los dos partidos. Es decir, los republicanos están demostrando que están abiertos a encontrar puntos en común.
La nueva administración ha adoptado con razón una línea dura con China, al menos en el discurso. Pero su candidata a secretaria de Comercio parece abrir de nuevo las puertas del país a Huawei.
Esa firma de telecomunicaciones, controlada por el gobierno de Beijing, es vista, con razón, como una amenaza a la seguridad nacional.
Los primeros signos apuntan hacia una deriva decidida hacia la izquierda. Y todo indica que se está en la antesala a una gigantesca expansión del poder del Gobierno federal . Si eso sucede, le tocará al partido Republicano encontrar formas de frenar la agenda de la extrema izquierda.
Con información de The Wall Street.
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