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ANÁLISIS: El contacto secreto entre Petro y Maduro

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ANÁLISIS: El contacto secreto entre Petro y Maduro

El presidente de Venezuela contactó en medio de la campaña electoral a su homólogo en Colombia a través de un intermediario anónimo para iniciar unas relaciones que se han concretado esta semana

Juan Diego Quesada | EL PAÍS

Gustavo Petro se comunica con sus asesores a través de una aplicación de mensajería muy popular en Japón. Ahí recibe información confidencial a la que contesta de manera muy escueta: ok, sí, no, hágase. Apenas utiliza una o dos palabras. En mitad de la campaña electoral que culminó con él envuelto en la banda presidencial, Petro recibió un mensaje misterioso de un enviado de Nicolás Maduro. Solo esa persona, que las partes mantienen por ahora en el anonimato, tuvo autorización para trasladar recados entre uno y otro en el más estricto secreto. Nadie, salvo los tres involucrados, estaban al tanto de este canal de comunicación abierto de manera sorprendente.

Había motivos de mucho peso para no revelar las conversaciones. Venezuela y Colombia no tenían ningún tipo de relación desde 2019. El chavismo consideraba al país vecino un enemigo que se había aliado con Estados Unidos para derrocar al autoritario Maduro. El retrato del sucesor de Chávez colgaba en los cuarteles colombianos como el rostro del enemigo público número uno. Fueron constantes los enfrentamientos dialécticos entre Maduro y el expresidente Iván Duque. Un ambiente hostil, de guerra fría a pequeña escala, se vivía en la frontera. No existía entonces nada amigable que los uniera.

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Petro, como los otros candidatos que tuvieron opciones reales de ganar las elecciones, hablaba abiertamente de restablecer las relaciones. La vía de aislar a Venezuela para provocar la caída de Maduro había resultado un fracaso. La presidencia alternativa del opositor Juan Guaidó no ha terminado de imponerse a nivel internacional. A todos los efectos, Maduro ha seguido gobernando el país. Y Colombia no ha sacado ningún rédito de esta estrategia, según los internacionalistas. Las relaciones comerciales están congeladas. Miles de personas que viven en la franja entre las dos naciones han quedado aisladas, sus familias divididas. Los comerciantes dejaron de obtener ingresos, lo que ha hecho que se disparen los negocios ilegales o directamente criminales. Argumentar todo eso durante la campaña electoral era una cosa, pero mantener una vía de comunicación abierta con Maduro era algo muy distinto.

Para media Colombia, Petro representaba a la izquierda violenta que quería asaltar el poder por las armas. Su pasado como guerrillero, pensaban ellos, era la prueba de que era así. No importaba que llevase media vida en las instituciones ni que hubiese participado de manera activa en dos procesos de paz. Las dos veces anteriores en las que se había presentado a la presidencia, sin éxito, sus contrincantes lo habían retratado como un admirador de Chávez y Castro. Esa imagen en Colombia, que ha encadenado gobiernos conservadores desde hace décadas, resultaba fatal. Las puertas de la Casa de Nariño nunca se iban a abrir para alguien con ese perfil.

Es cierto que Petro cultivó ciertas simpatías por esos regímenes en algún punto de su biografía, como muchos de su edad —los nacidos en los sesenta—, vio en bucle la entrada triunfal de los barbudos en La Habana por televisión. Pero en estas últimas elecciones se distanció de una manera contundente de esa generación de gobernantes que sacrificó temas como el medio ambiente, la democracia o los derechos humanos para implementar una sociedad socialista utópica. Él se ha alineado, o así lo ha dicho públicamente, con la nueva progresía que representa Gabriel Boric en Chile.

Revelar que en medio de la campaña ya mantenía un contacto con Maduro hubiera resultado fatal. Sus enemigos lo hubieran triturado. El fantasma del Petro dictador, una idea expandida en los grupos de WhatsApp de todos los colombianos durante años, hubiera resurgido y podría haber dinamitado sus opciones. No fue así. De hecho, el asunto de Venezuela ni siquiera fue un tema relevante durante los debates entre candidatos. Todos estaban de acuerdo en lo esencial, que había que tender puentes con Caracas.

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