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Cómo el lavado de dinero se convirtió en la principal industria del castrismo

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Cómo el lavado de dinero se convirtió en la principal industria del castrismo

La construcción de hoteles de lujo es un lucrativo negocio con el que la cúpula castrista ejecuta sus operaciones de lavado de dinero en Cuba.

Redacción | Primer Informe

En Cuba, las remesas son un negocio monopólico de los militares castristas. Primero controladas por la Corporación Cimex, S.A. y ahora por el conglomerado Gaesa, una entidad sancionada por Estados Unidos.

En 1993, el régimen castrista, ahogado por la severa crisis económica producto del colapso del bloque soviético, abrió el país a la recepción de remesas en dólares.

También, la dictadura cubana descubrió que en cada cubano que huía de la miseria comunista había una potencial fuente de ingresos en dólares, vía remesas.

Entonces, a mayor migración, mayores ingresos que entraban a las arcas del régimen castrista. Los fondos, desde luego, no se reinvertían de ninguna manera en en al país.  Surgió entonces el conglomerado empresarial militar cubano dedicado exclusivamente al lavado de dinero.

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El negocio de las remesas

Una investigación del portal Diario de Cuba explica el nacimiento de la gran maquinaria castrista de lavado de dinero. Todo empieza en 1978, cuando la inteligencia cubana crea la Corporación Cimex en Panamá.

Años después las empresas, crea otras dos entidades mas. Financiera Cimex SA (en 1984) y  American International Services SA (1988). Todas basadas en el país de istmo.

En 1993 estas tres empresas comenzaron a gestionar el negocio de envío de remesas a la isla. Justo atravesaba Cuba el llamado «período especial», cuando Cuba perdió su principal apoyo económico con el colapso de la  Unión Soviética.

(Fidel Castro no encontraría otra fuente de financiamiento para su dictadura hasta que Chávez llegó al poder en Venezuela en 1998)

Sorteando el embargo estadounidense

Entonces,  Fidel Castro estaba «dolarizando» la economía, un paso concebido principalmente a costa de los exiliados cubanos.

Todas estas empresas creadas en Panamá, y otras en paraísos fiscales, tenían el objetivo de sortear el embargo estadounidense. Una de las empresas más reconocidas era Havanatur, S.A. Ésta gestionaba viajes de los exiliados desde Estados Unidos a Cuba. Havanatur era una subsidiaria de Cimex.

«Con esta red se completó el esquema financiero más jugoso que el régimen cubano haya logrado inventar en 62 años de la ‘Revolución’: remesas + viajes de emigrantes estadounidenses a Cuba. Esta fórmula mágica también dio lugar a un mercado rentable de ‘mulas'», escribe Diario de Cuba. 

Hasta hace 18 meses, antes de la pandemia, la lucrativa fórmula (remesas + viajes de emigrantes de Estados Unidos a Cuba + mercado minorista dolarizado), tenía un valor estimado de 8.000 millones de dólares anuales. Todo basado en la migración forzada y la división de familias cubanas.

Modelo parasitario e irreformable

Fidel Castro convirtió a la comunidad de exiliados cubanos en una fuente inagotable de capital. Así fue que a mediado de la década de 1990 se creó en la isla un mercado dolarizado. Todo administrado por Cimex. 

El control se ejercía a través de su cadena de tiendas cuya principal fuente de financiamiento fueron y siguen siendo los exiliados cubanos.

A la fecha, 49.127 millones de dólares en remesas (efectivo) han sido recaudados por esta red de empresas. Hoy, ese emporio está en en manos del general Luis Alberto López-Callejas.

«Si a esto le sumamos lo que ha generado el negocio de viajes y mulas, la cifra ronda los $ 120 mil millones», afirma Diario de Cuba. Y contrasta que a pesar de todo ese capital, más lo recibido de Venezuela, la economía cubana sigue siendo una de las más atrasadas del planeta.

El general Luis Alberto López-Callejas controla Gaesa, una entidad sancionada por EEUU, que maneja un conglomerado empresarial dedicado a la recaudación de remesas y el lavado de dinero.
El poder de López-Callejas

Hasta 2006 las remesas estaban controladas por el grupo de Fidel Castro, Cimex. Cuando comenzó a apartarse de poder por probleas de salud, Gaesa tomó el control. Surge entonces la figura de Luis Alberto López-Callejas como el gran operador de las remesas. 

López-Callejas colocó al coronel Héctor Oroza Basutil, su mano derecha en Gaesa a cargo de Cimex y de toda la red de empresas en Panamá. De todas esas entidades es gerente en jefe, según consta en los registros públicos de ese país.

Gaesa, se apoderó entonces de una rica e inagotable fuente de financiamiento para el lavado de capitales.

Una de las formas más efectivas ha sido utilizar gran parte del capital obtenido para lavar dinero mediante la construcción de hoteles. También con la creación de activos inmobiliarios a nombre de otra de las empresas de Gaesa, Gaviota SA.

Con la adquisición del negocio de remesas, Gaesa ya no necesitaría inversión extranjera para la construcción de hoteles. Los exiliados serían su nueva fuente de financiamiento.

Gaviota S.A. cuenta ahora con 110 hoteles. Es una empresa líder en Latinoamérica con más de 40.000 habitaciones.

Luis Alberto López-Callejas, mientras tanto, domina el ejército, el aparato represivo, el Partido Comunista y la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), casi todo el mercado minorista dolarizado, el turismo, las remesas, los negocios mineros y hasta el 27% de las acciones de ETECSA.

Lavando dinero en la construcción de hoteles

Las estadísticas de construcción de hoteles entre 2017 y 2019 revelan como las remesas se lavan y se convierte en activos inmobiliarios.

En ese período se construyeron 57 nuevos alojamientos. De los cuales 25 eran instalaciones de cinco estrellas y 32 cuatro estrellas. Esto significó un incremento de 15.984 nuevas habitaciones.

En el período de 2015 a 2020 se invirtieron más de 17.614 millones de dólares. Curiosamente, este fue un período durante el cual la máxima ocupación hotelera fue solo del 46,3%  en el años 2015. Despueés, la tendencia fue a la baja en los años siguientes.

E medio de la pandemia, el punto mínimo se alcanzó en 2020 con un 14,7% de ocupación. Pero ese año se invirtió más, llegando a 4.139 millones de dólares.

«Lo que muestran las cifras es algo totalmente irracional en un contexto donde prevaleció una crisis económica extremadamente difícil y el flagelo del Covid-19», afirma Diario de Cuba.

Mientras se invertía ese dinero en hoteles que quedarían vacíos, el sistema de salud colapsó y  millones quedaron sin recursos, alimentos ni medios para hacer frente a la pandemia.

A través de la construcción de hoteles, el régimen cubano lava el dinero proveniente de las remesas. Las inversiones no generan ningún dividendo. En 2020, en medio de la pandemia, con una ocupación hotelera menor al 15% el dictador Díaz Canel ordenó la inversión de casi 5.000 millones de dólares en al construcción de nuevos hoteles.

Con información de Diario de Cuba

 

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