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Temen que Argentina se convierta en el próximo gran foco de Coronavirus en Latinoamérica

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Temen que Argentina se convierta en el próximo gran foco de Coronavirus en Latinoamérica

El país toma tarde medidas de cuarentena ante el COVID 19 y justo cuando la población comienza a acatarlas, comete un fallo catastrófico que podría ser un golpe muy duro para la población de mayor edad en este país.

Jaime Garvett

Una de las recomendaciones básicas de la OMS y que por lógica debe aplicarse en medio de una pandemia, es no aglomerar a grupos de personas en ningún lugar, en especial a la población vulnerable, como los ancianos, pero fue exactamente eso lo que ocurrió ayer en Argentina, cuando por una falta de previsión asombrosa, el gobierno izquierdista de Alberto Fernández y Cristina Kirchner hicieron que una gran cantidad de jubilados se acercara a las sucursales bancarias de toda la nación para cobrar su pensión, lo que expuso al contagio a las personas de mayor riesgo y redujo los efectos que venían alcanzándose con el confinamiento obligatorio impuesto por el gobierno el pasado 20 de marzo.

Fernández se mostró muy molesto por lo sucedido y responsabilizó al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y al director de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSES), Alejandro Vanoli; ambos cargos que le reportan directamente a la Presidencia de la República, en una especie de peloteo de las responsabilidades pues el secretario del gremio sindical La Bancaria, Sergio Palazzo, también fue señalado por ser parte de esta insólita decisión.

Y es que las oficinas bancarias se encontraban cerradas desde que se decretó el confinamiento, con sólo algunos empleados asistiendo a realizar actividades imprescindibles, pero Palazzo, un sindicalista con demasiado poder, quien impuso que se atendiera al público pues quería minimizar el riesgo de contagio para los afiliados a su patronal, lo que hizo que la población se manejase solamente con los cajeros automáticos. Pero fue a final de marzo cuando el cobro de salarios y pensiones generaron largas filas ante los cajeros, lo que hizo que muchos jubilados, con poca costumbre en el manejo de estos cajeros, se convirtiera en un suplicio el retiro de sus fondos, mientras que, para otros, quienes perdieron la tarjeta o las contraseñas o quienes nunca las tuvieron, se convirtió en un imposible.

Todo esto hizo que el Gobierno de Fernández y Kirchner, decidiera que los bancos abrieran el viernes 3, lo que generó un caos pues se acumulaban los pagos para 7 millones de jubilados, 2,4 millones que cobrarían ayudas por hijos o embarazos y 11 millones que cobraran 10 mil pesos por el plan de Ingreso Familiar de Emergencia, lo que desató el caos, en plena curva ascendente de la pandemia.

Esto generó que desde la noche anterior miles de pensionados esperaron en las puertas de los bancos y cuando lograron abrir las oficinas a las 10 de la mañana, los empleados no pudieron ordenar el ingreso en los locales y el metro recomendado de distancia entre las personas, se convirtió en centímetros. Según el reporte del diario El País de España, se escucharon gritos en los que se denunciaba que “quieren que nos muramos para ahorrarse nuestras pensiones”, con varias personas desvaneciéndose por el cansancio.

Un caos del que nadie quiere ser responsable

La presidencia argentina impuso el confinamiento apenas la pandemia llegó al país sureño y Fernández dijo estar dispuesto a tomar cualquier decisión para proteger la vida de todos, en especial de los más débiles, es decir los ancianos, proclamando que, por sus decisiones, su gestión se estaba siendo estudiada pues “somos un ejemplo para el mundo”, pero una cadena de errores de sus funcionarios hizo que volviera el pánico y se perdiera todo lo logrado en la contención del virus.

Fuentes periodísticas argentinas reseñan que a las 8 de la mañana el Presidente Fernández hizo una llamada a Miguel Pesce, del Banco Central para ordenarle que los bancos abrieran también sábado y domingo, lo que hizo que Pesce se lo comunicara a Palazzo, el sindicalista quien se negaba a la decisión por miedo a que los trabajadores bancarios se contagiaran, pero poco después fue el propio Fernández quien se comunicó con Palazzo para amenazarlo de incluir a la banca en la lista de servicios esenciales y obligar a sus trabajadores a abrir todos los días.

En horas del mediodía, las redes sociales estallaban contra el manejo de esta crisis, siendo Vanolli, de la ANSES, uno de los funcionarios sobre cuya cabeza caía una mayor responsabilidad en las decisiones que generaron el desastre en las puertas de los bancos. Éste tuvo que salir y dar explicaciones, aunque vagas, al canal TN: “No se verían largas colas si los jubilados pudieran entrar en los bancos”, dijo y recordó que habían pedido que acudieran a los bancos solamente los jubilados que tuvieran la necesidad de hacer el trámite de forma presencial.

Vale la pena recordar que el ex presidente Mauricio Macri había dispuesto la idea de generar una plataforma digital para que los jubilados no tuvieran que salir de sus casas para cobrar sus pagos, pero el mismo Fernández, durante la campaña electoral, le restó méritos diciendo que la mayoría de los abuelos argentinos no tienen celular.

Por la noche del viernes, Fernández citó a Vanoli y a Pesce y dispusieron que se reordenara el cronograma de pagos según el último número del documento de identidad del jubilado, con una prueba que comenzará este mismo sábado 4 con los números cero y uno.

Esta serie de errores, falta de coordinación y poca previsión puede hacer que Argentina eleve su número de contagios en las próximas semanas, y lamentablemente la posibilidad de que también aumente el número de víctimas mortales por el virus, sobre todo en la población de la tercera edad, tras esta inconsciente e indebida exposición que tuvieron, por la no planificación del gobierno.

 

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