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Este pueblo de Los Andes venezolanos retrocedió 50 años gracias a Nicolás Maduro

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Este pueblo de Los Andes venezolanos retrocedió 50 años gracias a Nicolás Maduro

La producción agrícola en la región andina se ha reducido en 80 por ciento y los productores han tenido que usar bueyes como tracción para cosechar, tal y como se hacía más de cinco décadas atrás.

Wendy Molero | Diario de Los Andes

En la población de El Molino, parroquia del municipio Arzobispo Chacón, los pobladores y, especialmente los productores del campo, no reciben combustible desde el pasado 22 de febrero. La agricultura en los Pueblos del Sur de Mérida, tecnificada en el siglo XXI, ha retrocedido unos 50 años; la falta de combustible ha hecho que los productores vuelvan a sus orígenes, realicen la siembra con yuntas de bueyes y saquen sus cosechas en bestias.

Ese es el panorama que muestra una de las zonas productoras de la región andina, ubicada a más de cuatro horas de la capital del estado, y que se repite en diferentes municipios.

Pero lo que ha provocado el retroceso no es el coronavirus. Esta pandemia solo vino a intensificar los problemas ya existentes. La falta de combustible en el municipio Arzobispo Chacón se siente desde mucho antes que se decretara la cuarentena en el país.

Así lo cuenta José Guillén Méndez, productor de El Molino, quien tiene más de 20 años labrando la tierra y hoy reclama, en nombre propio y de sus compañeros, mayor atención por parte del Estado venezolano que en los últimos tiempos solo ha apostado a la importación de alimentos y ha dejado de lado la producción nacional.

Alrededor de 4 mil 500 productores hacen vida en este pujante municipio, conformado por siete parroquias, para quienes hay a disposición solo una estación de servicios ubicada en la parroquia capital: Canaguá.

“Es decir, que los productores de Mucutuy, Mucuchachí, Chacantá, Guaimaral, El Molino y Capurí, debemos ir a surtir gasolina en una estación que nos queda a una hora de distancia, gastamos dos horas en ir y venir”, narró Guillén quien aseguró que desde hace mucho tiempo se les viene dificultando el proceso de cosechas, las cuales se atrasan porque todo lo mueve la gasolina.

Retrocedimos

Agradeciendo a Dios, dijo que hasta los momentos no se han perdido cosechas, porque cada productor –cuya economía proviene únicamente de la agricultura-  sabe que  perder una cosecha es bastante costoso por los gastos que implica una siembra de papa, tomate, pimentón, zanahorias o cualquier otro rubro, en cuanto a la utilización de fungicidas, abonos y fertilizantes, por lo que cada uno hace todo lo posible por sacar sus productos. Es allí donde hemos retrocedido más de 50 o 60 años.

“Ya cuando nosotros teníamos una agricultura tecnificada, con uso de tractores y maquinaria, ahora estamos sembrando a la antigua, con yuntas de bueyes, y hacemos uso de otros transportes, como es el de bestias, para sacar nuestras cosechas y no dejarlas perder, situación que se viene presentando desde antes que llegara la pandemia a Venezuela”, dijo Guillén.

Este municipio, uno de los más distantes, es en extensión territorial bastante grande, pero tiene muchas carreteras accidentadas e incluso aisladas, razón por la cual han hecho el llamado al Gobierno nacional desde hace tiempo para que los atiendan y les permitan a los productores tener acceso al combustible sin mayores contratiempos, porque la economía de este municipio es netamente agrícola y pecuaria, y gran parte de los alimentos que se venden en el centro del país provienen de allí.

Sin gasolina desde febrero

Los productores de El Molino estaban recibiendo en esa población, una vez al mes, el mismo camión cargado de combustible que hace el flete para Canaguá, pero a raíz de la escasez no volvieron a recibir el carburante. La última vez que pudieron surtirse fue el 22 de febrero, dijo Guillén.

En los dos meses y medio que han transcurrido desde entonces, han llevado en dos oportunidades unos mil 200 litros de gasolina para un aproximado de 700 productores, resultando beneficiados solo quienes tenían cosechas por sacar y solo les surtieron cinco litros por unidad, lo cual fue considerado por Guillén como una falta de respeto.

“Que va a hacer un productor para sacar sus cosechas con cinco litros de gasolina, eso es una falta de respeto para el productor, para el campesino que día a día se quema el lomo para producir las hortalizas que necesita consumir el venezolano”.

La gasolina no solo es elemental para sacar los productos desde la finca directo a su comercialización. También es indispensable para la siembra. Un corte de papas–explicó- en época de invierno hay que fumigarlo por lo menos dos veces por semana y un motor para fumigación requiere entre cinco y seis litros de gasolina, dependiendo de los toneles de veneno que se rieguen. Si una hectárea solo se fumiga una vez por semana, se necesitan en los 90 días del ciclo de la papa, por lo menos 36 litros de gasolina.

¿En cuánto ha mermado la producción en comparación al año pasado?

De acuerdo con las estadísticas que maneja Fedeagro, durante el 2019 se logró producir solo el 20 por ciento de lo estimado y para este año consideran que la producción agrícola alcance solo entre un 12 o 13 por ciento. Hoy, a 13 de mayo, ya en el segundo mes de invierno, las siembras han mermado en un 80 por ciento, aseguró Guillén.

En Venezuela se sembraban cerca de 700 mil hectáreas de arroz y maíz amarillo, y el año pasado no se sembraron más de 150 mil, que es nada para lo que necesita un país.

Para el productor andino José Guillén esto no es más que la consecuencia de las malas políticas del Estado venezolano, que solo apostó a la importación y no le dio apoyo a la producción nacional. “Creo que el Gobierno, venga de donde venga, debe tomar cartas en el asunto y darle al productor las garantías sociales, jurídicas e incluso personales, porque en la carretera los transportistas se enfrentan al matraqueo en las alcabalas, los cobros de vacunas y hasta el asesinato de quienes llevan la carga al centro del país”.

Es una situación crítica y la idea no es alarmar, pero deben actuar con prontitud porque la producción tanto agrícola como pecuaria está “palo abajo”, ya nadie quiere sembrar ni producir por la misma situación, y además no hay garantías de que como productores podamos vender nuestras cosechas, expresó José Guillén con preocupación a Diario de Los Andes.

Mérida, Táchira y Trujillo producen más el 75% de las hortalizas que se consumen en el país y todos  los productores estamos pasando por la misma situación, la cual fue presentada a través de un documento a la Subcomisión Agroalimentaria de la Asamblea Nacional, presidida por el diputado Alexis Paparoni, y la misma será elevada a organismos internacionales como la Organización de la Naciones Unidas (ONU), la Organización de Estados Americanos (OEA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) para que conozcan  las vicisitudes que debe enfrentar el productor venezolano y  merideño en particular.

Bolívares vs. dólares

En cuanto a los precios, dijo que muchas personas preguntan por qué las hortalizas son tan caras, pero en realidad no lo son, ni siquiera tienen el valor que deberían tener.

“Nosotros los productores somos los únicos que compramos todo lo que necesitamos para la producción en dólares o pesos y vendemos en bolívares. Hace 20 días un saco de papa en puerta de finca valía alrededor de 3 millones de bolívares, con un dólar a 75 mil bolívares; hoy en día esta entre 4 millones y medio y 5 millones con un dólar que ronda los 200 mil bolívares.

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