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60 años después de ser erradicada, la malaria sigue indetenible en Venezuela

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60 años después de ser erradicada, la malaria sigue indetenible en Venezuela

Las actividades de minería ilegal y artesanal estimuladas por el Arco Minero del Orinoco han favorecido los contagios exponenciales de esta enfermedad

Redacción | Primer Informe

La malaria corre libre en Venezuela. La Organización Panamericana de la Salud estima que en el continente americano, dos de cada tres pacientes con malaria están en ese país.

Las cifras son exorbitantes. En 2019, los de Venezuela fueron 58% de de los 679.441 casos registrados en todo el hemisferio.  Eso representó 398.285 contagios de la enfermedad en el país.

La malaria mantuvo una tendencia a la baja durante casi una década en América Latina. Entre 2005 y 2014, el registro de casos se redujo de forma sostenida.

En 2015, todo cambio. Ese año, el brote de malaria en Venezuela vivió un repunte debido al inicio de las actividades de minería ilegal en los estados ubicados al sur de ese país, principalmente en el estado Bolívar.

La expansión no regulada de la extracción de oro en Venezuela, estimuladas por la activación del Arco Minero del Orinoco, convirtieron al país suramericano en el principal foco de la enfermedad.

Cientos de miles de venezolanos han migrado desde otras regiones del país al estado Bolívar para  participar de la minería, que se convierte en una opción tentadora ante el colapso económico que el país ha vivido en los últimos años. Estos venezolanos se instalan a trabajar en condiciones insalubres en medio de la selva.

Al tiempo que los casos de malaria aumentan, el sistema de salud venezolano ha disminuido su capacidad de atención. El país depende de organizaciones internacionales, como Médicos Sin Fronteras, y organismos multilaterales para paliar las deficiencias en su sistema de salud.

La minería artesanal e ilegal en Venezuela ha sido terreno fértil para los contagios de malaria. (Foto: The New York Times)

El peso de Venezuela en la estadística regional de la enfermedad es grande. En los primeros cinco meses de 2020, los casos en toda la región se redujeron en un 40%.

El principal impulso a este retroceso vino de Venezuela, en donde se registraron 104.005 enfermos de malaria, menos de la mitad de los 241.191 del mismo período en 2019.

Zonas rurales golpeadas

Además del sur del estado Bolívar en la frontera con Brasil, otras de los estados más afectados de Venezuela es Sucre, en la costa oriental venezolana.

El clima y la vegetación de esa zona la convierten en un ambiente perfecto para la proliferación del mosquito anófeles, transmisor de la enfermedad.

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En Sucre, la organización Médicos Sin Fronteras (MSF)  efectuó durante 2019, unas 20.000 pruebas de diagnóstico. Más de 12.000 resultaron positivas.

MSF ha brindado su apoyo en la región al Programa de Malaria de la Dirección Regional de Salud Ambiental en una estrategia para reducir y controlar la enfermedad.

Venezuela depende de la asistencia internacional para que la población tenga acceso a servicios de salud. (Foto: Reuters)

Censura epidemiológica

Venezuela vive desde hace años un estado de censura epidemiológica. Cada vez que se presenta un brote de alguna enfermedad, los encargados del área de salud mantienen en reserva la información respecto a los contagios.

Eso ha sucedido con el dengue, zika, chikungunya y otras enfermedades que se han vuelto epidémicas.

Uno de los episodios más notables de esta censura fue cuando en el año 2017, la ministra de Salud, Antonela Caporale, fue destituida.

La razón para su despido fue la filtración de informaciones oficiales sobre aumentos en la mortalidad materno infantil y el repuntes de enfermedades que habían sido controladas en décadas anteriores como la malaria y la difteria.

 

 

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