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Irene Montero, la chavista española que pasó de líder feminista a persona non grata con Pedro Sánchez

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Irene Montero, la chavista española que pasó de líder feminista a persona non grata con Pedro Sánchez

Montero, quien fue aclamada en la portada de la revista TIME como la salvadora del feminismo en España, se enfrenta ahora a un futuro político completamente incierto.

Redacción | Euro News

Con la mandíbula apretada mientras hablaba, la ex ministra de Igualdad de España, Irene Montero, deseó la semana pasada a su sucesora coraje, no suerte.

«Hoy Pedro Sánchez me echa de este gobierno», dijo Montero, refiriéndose a los nombramientos del gabinete del recién reelegido primer ministro español.

Sánchez, conocido por sus inesperados cambios de gabinete, decidió no contar con ella para seguir al frente del Ministerio de Igualdad y nombró sorpresivamente a una nueva ministra de Feminismo, la desconocida Ana Redondo.

«Espero que nunca os dejen solos y que tengáis la valentía de incomodar a los amigos varones del presidente, de 40 y 50 años», dijo enfadada Montero, minutos antes de entregarle a Redondo la cartera de igualdad de género.

Su voz, que amenazaba con quebrarse, logró aguantar durante el discurso.

Aclamada en la portada de la revista TIME el pasado mes de febrero como la salvadora del feminismo en España, Montero ahora enfrenta un futuro político completamente incierto.

«Desde que asumió como ministra en 2020, una nación que hace no 50 años exigía que las mujeres obtuvieran el permiso de su padre o marido para poder trabajar ha consolidado su posición entre los países más feministas de Europa», afirma la publicación.

Pero ¿por qué la ex ministra pasó de ser noticia de primera plana a ser destituida de su cargo?

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¿Caída en desgracia?

Hija de un trabajador de mudanzas y una profesora, Montero -cuyo único trabajo antes de entrar en política era como cajera de supermercado- ascendió a la cima de la política española con Podemos.

Fue en 2015 cuando el partido insurgente de izquierda se convirtió en una estrella deslumbrante, poniendo fin al sistema bipartidista vigente en España desde 1982.

Cuatro años más tarde, los socialistas gobernantes de España firmaron un acuerdo de coalición con Podemos y Montero asumió el Ministerio de Igualdad.

«Hay mucha polarización a su alrededor, especialmente de gente ajena a su partido. Es una ministra que genera resentimiento y antipatía. No es la típica candidata que genera transversalidad. Pero éste no es un criterio para juzgar si ha sido una buen ministro o no», dijo a Euronews el politólogo Lluís Orriols.

«Hay ministros que buscan transversalidad y consenso y otros ministros que quieren impulsar una agenda que saben que generará mucha oposición porque toca algunos elementos muy arraigados en la cultura política de un país», añade.

La propia ministra dijo a la revista TIME que tenía que tomar una decisión: «¿Vamos a atrevernos a ser parte del impulso democratizador proveniente del movimiento feminista y de la sociedad civil, o vamos a mantener una actitud más tímida o conservadora?»

Aunque Igualdad siempre ha sido un ministerio controvertido, el mandato de Montero ha sido especialmente turbulento.

Muchos la han criticado por «secuestrar el feminismo», hasta el punto de que el movimiento feminista quedó subordinado al ministerio.

«Siguió un patrón que suena a despotismo ilustrado. El ministerio dijo: ‘Esto es lo que realmente protege a las mujeres. Esto es lo que realmente deberíamos hacer con las personas transgénero. Esto es lo auténtico, esto es lo progresista y esto es lo que debemos hacer, van a imponer», dijo a Euronews Fernando Vallespín, profesor de ciencias políticas de la Universidad Autónoma de Madrid.

«No era necesaria la presencia de Irene Montero para que los avances feministas se consolidaran bajo un gobierno progresista. Me parece muy cuestionable que fuera tan fundamental para los derechos de las mujeres».

«Pero por lo que realmente ha trabajado es por la inclusión de todas las personas LGTBI, especialmente las transexuales, como parte de los derechos feministas. Un salto cualitativo que no está exento de riesgos», añade.

Lo que está claro es que el impacto de su política no ha pasado desapercibido para la prensa internacional.

La infame ley del «sólo sí es sí»

Muchos creen que la dimisión de Montero es el precio político que tuvo que pagar tras la aprobación de la nueva ley sobre violación, conocida popularmente como «sólo sí es sí».

Una ley cuyas consecuencias acabaron resultando insoportables para el gobierno.

La controvertida ley, que entró en vigor hace un año, pretendía ser más estricta que el código anterior, pero en cambio resultó en sentencias reducidas para más de 1.000 delincuentes sexuales condenados en virtud de la legislación anterior.

La reforma fue una respuesta directa al infame caso ‘La Manada’, en el que una joven fue violada en grupo por cinco hombres durante las celebraciones de San Fermín en Pamplona en 2016.

La reforma revisó el código penal al hacer del consentimiento sexual el factor clave para determinar los casos de agresión, en un intento de definir todas las relaciones sexuales no consensuales como violación.

La ley abolió el cargo menor de abuso sexual y clasificó todos los delitos como agresión sexual. Sin embargo, también redujo las penas de prisión mínimas y máximas, lo que dio lugar a que los infractores vieran reducidas sus penas en apelación.

Montero ignoró las advertencias de las instituciones judiciales sobre estas consecuencias antes de que se aprobara la reforma y siguió adelante con su plan.

«Esta ley se suponía que sería la que le daría crédito político a Podemos, se suponía que sería su ley estrella. En cambio, fue muy problemática, desgastó al gobierno. Lo que acabó en la agenda pública fue que muchos violadores fueron salir de prisión», señala Orriols.

«En lugar de convertirse en la ley que convertiría a Irene Montero en uno de los iconos de la lucha feminista, se convirtió en una gran crisis», añade.

Probablemente su mayor error, según los expertos, fue no darse cuenta de que era necesario detener la liberación de violadores reformando la ley recién introducida.

El gobernante Partido Socialista tuvo que iniciar la nueva enmienda, que fue aprobada con el apoyo de los conservadores y en contra de la voluntad de Podemos.

A partir de ese momento, el ministro se convirtió en el blanco del desprecio de todos, convirtiéndose en el ministro peor valorado del gobierno.

Aunque no todos sienten lo mismo.

«Para la cultura Woke, es posible que incluso sea vista como una diosa, porque ha luchado duro en todo lo demás, pero para otros este no es el caso en absoluto. Se ha convertido en la ministra que más ruido ha hecho», dice Vallespín.

La propia revista TIME preguntó: ¿Es esta crisis una señal de divisiones insalvables entre la España progresista y feminista que imagina Montero y una realidad conservadora y patriarcal que sigue arraigada? ¿O es una lección sobre los peligros de aplicar la ideología a la sociedad en general?

 

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