Reportaje

El escándalo detrás del cambio de embajadores de Argentina en Venezuela

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El escándalo detrás del cambio de embajadores de Argentina en Venezuela

Poretti, ex encargado de negocios argentinos en Venezuela publicó una carta con sus impresiones sobre sus años de servicio en el país que recibió un reclamo por parte de la diplomacia chavista.

Redacción | NWN

Los dirigentes kirchneristas que están en Caracas con el nuevo embajador argentino Oscar Laborde, llegaron hace unos días presentándose con un nuevo perfil de diálogo con todas las partes. Llevan intenciones empresariales dentro del discurso de la unión entre los dos países.

Laborde, que hasta hace poco era vicepresidente del Parlamento del Mercosur (Parlasur), mantiene un perfil discreto. Pero su llegada a Venezuela se produjo pocos días antes. Por su parte el diplomático de carrera Eduardo Poretti, quien estaba de encargado de negocios de Argentina, salió del cargo en medio de un espectacular escándalo provocado por su resistencia.

Una serie inédita de posteos en las redes sociales y la publicación de un artículo periodístico provocaron un duro reclamo a la Argentina por parte de la Cancillería y un fuerte cuestionamiento local a Poretti, que tiene que volver a Buenos Aires, aunque por ahora sin destino. Poretti pasó más de seis años en una misión en el extranjero.

Aunque el post más triste de Poretti sobre su salida de Venezuela, en el que mostró su decepción, fue su último escrito, que generó una grave reprimenda.

La semana pasada inauguró un busto de Jorge Luis Borges en un parque de Caracas, que molestó pero no causó revuelo, sino un comentario. Luego subió un video a YouTube con su actuación completa en Venezuela, artículos periodísticos críticos y favorables y de fondo la canción «Where the Streets Have No Name» de U2.

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La carta de despedida

Luego Poretti publicó una carta de despedida titulada «Gracias Venezuela» por la que el vicecanciller Rander Peña Ramírez preocupó a su homólogo argentino Pablo Tettamanti.

En la carta, Poretti escribió sobre el calvario que se vivió allí durante estos seis años, lo que sorprendió a sus colegas latinoamericanos porque siempre se había mostrado complacido con el chavismo, más allá de que también se reunió con líderes opositores como Juan Guaidó.

Dijo haber pasado por «un momento extremadamente difícil, con riesgos para seguridad física en repetidas ocasiones. Durante años no tuvimos agua potable (esto sería en la embajada), ni con el suministro de ciertos medicamentos, ni electricidad permanente -y a veces- con alimentos». Luego lo borró.

En la diplomacia latinoamericana no existe la tradición de que los diplomáticos publiquen su vida con su nombre y apellido, y el carácter se crea en nombre del Estado, como hacen los de Estados Unidos y Europa, por ejemplo. Además, están prohibidos y muchas redes diplomáticas recurren a cuentas falsas para seguir.

Poretti es un caso especial en la política. Llegó a Caracas, custodiado por el gobierno de Cristina Kirchner, al final de esa administración.

Poretti vio como sus buenos contactos en la Casa Rosada le valieron un ascenso en la carrera del embajador. Aunque siempre ocupó el cargo de encargado de negocios en la sede diplomática, porque el gobierno de Mauricio Macri degradó los vínculos diplomáticos con el chavismo. Sus colegas latinoamericanos y europeos afirmaron que fue alternativamente crítico con el kirchnerismo y el macrismo. Pero su informe sobre la situación fue muy valioso.

El futuro de Poretti

Después de dos años sin embajador, Alberto Fernández decidió ahora «normalizar» la relación y por eso envió a Laborde. Poretti -un pájaro raro también por su mayor perfil intelectual y autoral-se enteró en los diarios de su reemplazo porque nadie se lo había advertido.

Una versión también dice que tres días después de que Laborde llegara a su residencia en Caracas, le pidieron que buscara un hotel. Igualmente, en consulta con Clarin, el protagonista lo niega. Pero Poretti ya no tiene lugar en Argentina.

Poretti en Caracas está igualmente protegido por el derecho diplomático, ya que a menos que reciba una orden de regresar -un cable del ministro Santiago Cafiero o del vicecanciller Tettamanti- no debe volver. Sin embargo su deseo de quedarse sigue ahí. También es entusiasta en lo personal y en lo profesional.

La orden aún no le ha llegado, un retraso similar al que le ocurrió a Sergio Uribari en Israel. Una vez que le llegue, tiene 45 días para hacerlo y cobrar unos 50.000 dólares que le corresponden por su traslado. Lo curioso del funcionamiento de la burocracia en Argentina es que desde hace meses se sabía que Laborde iba a ser embajador y semanas antes se confirmó su nombramiento por decreto presidencial. El Estado argentino, a diferencia de lo que hacen otros para ahorrar en gastos innecesarios, mantiene hoy a dos funcionarios en dólares en Venezuela. No es la primera vez que esto ocurre.

 

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