Actualidad

Las confesiones de un sobrino del Che Guevara sobre el costoso estilo de vida de Fidel Castro

[jp_post_view]
Las confesiones de un sobrino del Che Guevara sobre el costoso estilo de vida de Fidel Castro

«Vivíamos en el hotel Habana Libre y se nos trataba como a duques. Teníamos absolutamente de todo, pero el resto de gente vivía en un páramo de consumo», describe.

Redacción | EL MUNDO

Siendo solo un niño, Martín Guevara (Argentina, 1963) sintió la hipocresía del comunismo en sus propias carnes. Como buen sobrino del Che Guevara residía con su familia en el hotel Habana Libre y sus deseos eran órdenes para el personal del complejo turístico más lujoso de la Cuba de Fidel Castro. Así, cada mañana pedía para almorzar unos huevos fritos que siempre le traían con un jamón tostado que nunca se comía. Hasta que un día decidió usarlo para prepararles bocadillos a sus compañeros de colegio. Estaba metiendo la pata.

«Cuando vi que el jamón gustaba tanto empecé a dárselo a los chavales, pero se armó tal revuelo que se lo comunicaron al Instituto Cubano de Amistad con los pueblos. Me dijeron: ‘Mira, Martín, estamos en una sociedad en la que queremos que sean todos iguales y aún estamos en camino’. Me explicaron que los chicos nunca habían probado el jamón y si se lo daba se podían malacostumbrar. Porque el jamón, los chicles y las manzanas eran aspiraciones a las que solo accedía la élite», cuenta a LOC Martín Guevara, escritor y sobrino del legendario guerrillero argentino.

Autor de libros como A la sombra de un mito (2014) o Los niños del Habana Libre (2021), en junio publicará La paz de los gorriones (Europa Ediciones, 2023). En esta última novela, formada por diez relatos, hace un recorrido cultural y social a través de países como Italia, Cuba, México, Argentina, Japón, España, Estados Unidos, Francia o Inglaterra. Es su primera incursión en la ficción tras años cultivando una extensa autobiografía basada en sus experiencias en la Cuba de Fidel Castro. Régimen en el que vivió durante más de una década.

«A los 10 años fui con mis padres a Cuba desde Argentina. No habían podido contarme que tenía un tío que había muerto por querer establecer el comunismo porque en mi país se alternaban periodos cortos de democracias con dictaduras militares y no era recomendable», explica. «Al llegar a Cuba me entero de que tengo un tío que era como Tarzán, Batman y Sandokán. Que había luchado para que todos vivamos iguales y que por ser de su familia íbamos a estar en La Habana en una situación VIP, diferente a la de los cubanos. De niño aquello ya me sonaba discordante y falso, pero me sentí muy orgulloso».

Su relación sanguínea con Ernesto Guevara viene inyectada por línea paterna. Su padre, el autor Juan Martín Guevara era uno de los cuatro hermanos del revolucionario fusilado en Bolivia en 1967. El relevo comunista quedó en manos de la familia. «Mi padre militaba en uno de los movimientos revolucionarios que había en los 70 en Argentina, junto a Héctor J. Cámpora. Querían que volviese Perón y nos llevaron a Cuba por si ganaba la derecha y la situación salía mal».

LEA TAMBIÉN: El Che Guevara en el Congo: «Esta es la historia de un fracaso»

Así fue. En 1976 la dictadura militar de Jorge Rafael Videla se alzó con el poder absoluto en Argentina. Su padre, que se encontraba de regreso a Buenos Aires, cayó prisionero durante ocho años y medio. «Estaba en peligro de muerte cada día, sus compañeros de la cárcel siempre recuerdan su solidaridad». Mientras un totalitarismo mantenía a su padre en cadena, otro de signo opuesto e idéntica capacidad para anular al individuo, los tenía a su madre, sus hermanos y a él entre algodones. Intentó ser feliz hasta que se le cayó la venda.

«Aquello era un páramo de consumo para la gente, pero nosotros vivíamos en un hotel que nos trataba como duques. Teníamos absolutamente todo», comunica. «Estábamos en el edificio que Conrad Hilton había inaugurado en la etapa de Batista, en el 58. A los 6 meses Fidel tomó La Habana y se fue a vivir allí con toda la dirigencia durante meses. El Che solo estuvo allí un mes, luego se fue a una cabaña a vivir con su familia como un cubano más. Eso lo diferenciaba de Fidel, que tenía y vivía con gustos de monarca. Era una contradicción».

Durante su infancia y adolescencia, conoció a líderes y personas influyentes de la izquierda a nivel mundial. Todos se alojaban en el mismo hotel donde jugaba con sus amigos, primos y hermanos. Un paraíso con vistas al mar, piscina y camareros que ofrecían bandejas de frutas y zumos tropicales. «Era un lugar muy divertido. Estuve con el hijo de Huey Newton, el fundador de los Black Panthers. Conocí a Angela Davis, que es otro icono afroamericano».

Pero entre todos estas celebridades hubo una que hizo especial mella en él, por su autenticidad y carisma: Joan Manuel Serrat. «Era un tipo enormemente solidario y muy valiente. Se había manifestado en contra del último fusilamiento del franquismo y tuvo que exiliarse en México un año. Iba y venía a La Habana y cuando viajaba a Argentina llevaba las cartas de mi madre a mi padre, que seguía preso», cuenta. «Íbamos a su habitación a que nos firmara discos y era siempre muy amable».

«A Fidel Castro lo vi tres veces. Pero siempre como familia cuando íbamos a un evento», resalta al ser preguntado por la estrella de la gorra y el chándal. Para un preadolescente en pleno desarrollo, la figura de aquel gigante barbudo resultaba abrumadora. «Tenía una cosa magnética: una retórica, una forma de manejar los tempos que era alucinante. Te podía convencer de algo y de lo contrario. Primero te seducía porque era utópico y luego no tenía nada que ver con lo que promulgaba».

Lea el resto de este artículo de EL MUNDO, haciendo click aquí.

 

Si quieres recibir en tu celular esta y otras noticias de Venezuela y el mundo descarga Telegram, ingresa al link https://t.me/primerinforme y dale click a +Unirme.

Si te gustó la nota compártela
Más noticias de Argentina o similares.
Últimas Noticias: