¿Cómo logró Beijing que sus médicos oculten origen de la pandemia?
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Bajo amenaza de pena de muerte, los médicos chinos han logrado esconder origen del coronavirus desde que sucedieron los primeros casos.
Redacción | Primer Informe
Hace un año comenzaron los primeros casos del nuevo coronavirus. Entonces, las autoridades chinas advirtieron a los médicos que atendieron a los primeros pacientes que debían mantener en secreto todo lo que veían.
Ahora, funcionarios del Partido Comunista Chino reiteraron la advertencia a lo trabajadores de la salud. Les dijeron que podrían ser castigados por espionaje si revelaban lo que sucedió durante ese período.
También se instó a los trabajadores médicos de Wuhan, donde se detectó por primera vez la enfermedad del año pasado, a no hablar en absoluto sobre la situación en ese momento. Ni siquiera en conversaciones personales.
Estos nuevos testimonios, obtenidos bajo la condición de anonimato por la web Kyodo News ponen más cuestionamientos sobre la gestión de Beijing en el manejo de la pandemia.
También siembran más dudas acerca de las razones del régimen chino para esconder el origen del coronavirus.
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Esas acciones dejan claro que las intenciones Xi Jinping, el presidente chino, eran encubrir el brote de Wuhan. El líder del PCCh es objeto de críticas internacionales por permitir la propagación mundial del nuevo coronavirus.
Para empañar más la credibilidad del gobierno chino, los líderes comunistas intentan evitar una investigación externa sobre la génesis de la pandemia.
Esa conducta genera preocupación internacional porque entorpece el esclarecimiento de cómo fue que se propagó la enfermedad por todo el mundo.
Peligro de pena de muerte
Fuentes cercanas a organizaciones médicas y autoridades en Wuhan dijeron que la orden de silencio se emitió alrededor de agosto y septiembre. En ese momento fue cuando el liderazgo de Xi comenzó a felicitarse por frenar con éxito las infecciones en el país.
Un médico en Wuhan dijo que las autoridades de salud le dijeron que sería castigado por la ley si revelaba su experiencia. El gran temor de los trabajadores sanitarios es que una acusación de espionaje pueden implicar un castigo con la pena de muerte.
Los hospitales no fueron los únicos presionados. Instituciones académicas de Wuhan también recibieron las mismas advertencia cuando intentaron mantener registros del virus. Tampoco pudieron hacer seguimiento a los tratamientos de la infección.
La burocracia comunista canceló todos esos planes.
El nuevo brote de coronavirus, que comenzó en diciembre del año pasado en Wuhan se extendió por todo el mundo e infectó, hasta ahora, a más de 60 millones de personas.
La enfermedad también ha matado a más de 1,4 millones según los regiros de la Universidad Johns Hopkins.
Con información de Kyodo News.
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