En Apure la lucha de Maduro y las FARC es por las rutas de cocaína hacia Europa
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Una crónica del diario inglés The Telegraph, retrata una realidad en la que miles de venezolanos huyen a Colombia en medio de una sangrienta y desestabilizadora batalla por el control de la ruta de las drogas.
Redacción | Primer Informe
Los soldados llegaban de noche en motos, en carros blindados y en las plataformas de camiones, descendiendo sobre La Victoria vestidos de negro para «liberar» la húmeda selva fronteriza.
Cuando se fueron, los cuerpos de civiles quedaron esparcidos en las calles, en los patios delanteros y en los matorrales rurales, víctimas de una torpe represión ordenada por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
El asalto, llevado a cabo por las sombrías fuerzas especiales de Venezuela, fue diseñado para detener el surgimiento de una nueva milicia colombiana que se moviliza en las lucrativas rutas de contrabando de drogas en suelo venezolano.
La creciente demanda de cocaína en Europa está alimentando el conflicto, y el aparente asesinato patrocinado por el Estado, aquí, a más de 5.500 millas de los bares y clubes de Londres, Madrid y París.
La operación militar venezolana es la más grande en décadas y corre el riesgo de desestabilizar una región repleta de grupos armados ilegales y fuerzas de seguridad estatales. También llamó la atención de la administración de Joe Biden, con aviones espías estadounidenses dando vueltas.
Un sobreviviente del ataque venezolano le dijo a The Telegraph que hombres armados llegaron en grupos de diez, vestidos con uniformes negros en la oscuridad de la noche.
“Uno de ellos nos dijo ‘venimos de Caracas y estamos mal p…’, luego me empezaron a empujar y a golpearme”, dijo el joven, que no quiso dar su nombre.
Fue uno de los afortunados, escapando con vida.
A la mañana siguiente, se unió a miles de residentes que abandonaron sus hogares y cruzaron el río hasta la localidad colombiana de Arauquita, donde la ONU se enfrenta ahora a una crisis de refugiados.
Maduro protege un narcocorredor hacia Europa
Maduro envió a sus tropas para aplastar al Frente Décimo de las Farc, un grupo disidente que rechazó el acuerdo de paz de 2016 con el gobierno colombiano.
Durante décadas, el gobierno venezolano ha tolerado la presencia de grupos guerrilleros colombianos en su territorio, con las fuerzas de seguridad locales tomando su parte de los ingresos del narcotráfico.
Pero los analistas creen que el Frente Décimo de las Farc se ha negado a pagar sus cuotas, lo que enfurece a Maduro.
En este distante puesto fronterizo, a 12 horas en coche de Caracas, está el control de la cada vez más lucrativa ruta de tráfico hacia los florecientes mercados de cocaína de Europa.
En los últimos años, el corredor de la droga a través de Venezuela se ha convertido en una opción cada vez más lucrativa para las bandas de narcotraficantes.
“El aumento de la producción de cocaína en Colombia y los altos precios en la calle en Europa hacen que Venezuela sea más atractiva como punto de tránsito, desde el cual el producto puede enviarse a Europa a través de Guyana, Surinam o Brasil”, dice Bram Ebus, consultor de International Crisis Group.
Según una investigación de Insight Crime, el precio al por mayor de un kilo de cocaína en Europa varía entre £ 28,000 y £ 58,000 en comparación con hasta £ 20,000 en los EEUU.
Más refugiados venezolanos en Colombia
Tres semanas después del primer ataque, los cerca de 6.000 habitantes de Apure que huyeron a la región de Arauquita aún pueden escuchar el sonido de fuego de artillería y helicópteros militares al otro lado del río.
La mayoría tiene miedo de regresar a Venezuela y no hablará con la prensa por temor a represalias. En Apure, dos periodistas locales y dos trabajadores de ONG fueron detenidos durante 24 horas antes de que Diosdado Cabello, un miembro prominente del gobierno de Maduro, dijera que los informes de los medios de Apure serían considerados «enemigos».
Además de la violencia física y el saqueo de viviendas, los refugiados también acusan a las fuerzas armadas venezolanas de asesinar a civiles antes de vestirlos con prendas militares y colocarles armas de fuego. Las fotos no verificadas vistas por The Telegraph muestran cuatro cadáveres, cada uno con el brazo derecho extendido cerca de una pistola o granada.
Este intento aparentemente torpe de retratar a los muertos como combatientes sirve para enmascarar la intención real: sembrar el miedo entre los civiles tentados a cooperar con el nuevo grupo guerrillero.
Un conflicto muy peligroso
Los militares venezolanos, poco acostumbrados a este tipo de operaciones guerrilleras, dicen que han perdido ocho soldados por minas y emboscadas y han arrestado a decenas de presuntos combatientes, incluidos miembros del cartel mexicano de Sinaloa.
Agencias antidrogas de la ONU han confirmado la presencia del grupo mexicano y del Frente Décimo de las Farc en la región fronteriza normalmente dominada por la guerrilla del ELN, un grupo separado y rival de las Farc.
La crisis amenaza con intensificar las tensiones entre Colombia y Venezuela, quienes cortaron las relaciones diplomáticas en febrero de 2019.
“Un conflicto bilateral entre Colombia y Venezuela todavía es muy improbable”, dice Ebus, “pero ambos países podrían aprovechar la situación para intentar sumar puntos políticos y usar la frontera para impulsar estrategias políticas, jugando con fuego en una región que se ha convertido en un barril de pólvora».
En una llamada telefónica el 5 de abril con el presidente colombiano Iván Duque, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, lo elogió por su “compromiso con el restablecimiento de la democracia y el estado de derecho en Venezuela”, pero se abstuvo de hablar de Apure. Los datos del vuelo muestran que un avión de reconocimiento RC-135 de la Fuerza Aérea de los EEUU. Despegó de Lincoln, Nebraska, el 12 de abril e hizo varios barridos del lado colombiano de la frontera.
En Arauquita, los residentes esperaban que la firma del acuerdo de paz de 2016 con las Farc y la perspectiva de un proceso similar con el ELN pudieran traer un respiro luego de décadas de conflictos entre guerrilla, paramilitares y fuerzas de seguridad.
“He cubierto el conflicto en Arauca durante muchos años y he perdido muchos amigos durante ese tiempo”, dice Carmen Rosa Pabón, periodista local premiada, “ahora parece que todo se repite, no hay salida, estamos viviendo el lo mismo una y otra vez».
Mientras tanto, el conflicto muestra pocas señales de disminuir.
“Las alianzas regionales tácitas entre el ejército venezolano y la guerrilla colombiana se basan en las ganancias”, dice Ebus.
«Eso hace que estas alianzas sean muy frágiles. Las fricciones entre el Frente X y el ejército venezolano no son nuevas, pero el actual encuentro armado se ha salido de control.
«No hay vuelta atrás y es difícil ver la posibilidad de que ambas partes se reconcilien».
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Foto principal: Soldados venezolanos patrullan el río Arauca, la frontera natural entre Colombia y Venezuela. CRÉDITO: REUTERS / Luisa González
Esta es una traducción libre del artículo de The Telegraph, titulado como ‘Europe’s appetite for cocaine triggers brutal battle for lucrative routes through Venezuela’.
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