INFORME: La polémica decisión que tomó Elon Musk con el internet satelital que su empresa le provee a Ucrania
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«SpaceX y Starlink son maravillosos, pero si la delirante agenda ‘antibélica’ de Musk le lleva a interferir en sus servicios en beneficio de Rusia, es un riesgo enorme», escribió el activista y excampeón mundial de ajedrez ruso, Gary Kasparov.
Redacción | Primer Informe
Elon Musk ha confirmado que, en esencia, frustró un ataque militar ucraniano contra Rusia al negarse a permitir que Starlink se utilizara en el proceso. El multimillonario afirma que la decisión se tomó para evitar ser «cómplice de un gran acto de guerra», pero también plantea serias dudas sobre el papel de los oligarcas en asuntos militares.
La noticia fue publicada por primera vez por la CNN, citando la próxima biografía de Musk escrita por Walter Isaacson. En el libro, Musk describe una situación en 2022, cuando Ucrania planeó un ataque contra la armada rusa frente a las costas de Crimea.
Los barcos y drones marinos que habrían llevado a cabo este ataque dependían de Starlink para la conectividad, pero el servicio de Internet por satélite no estaba (Musk afirmó más tarde en X/Twitter) activo sobre la región. Cuando Ucrania hizo una «petición de emergencia» para activarlo, se negó, y los drones «perdieron la conectividad y llegaron a tierra inofensivamente», dejando obviamente intactos a los barcos rusos.
En una confusa «aclaración» aparentemente provocada por la ira de Musk, Isaacson escribió más tarde en X que Ucrania «pensaba» que se había habilitado la cobertura a Crimea, pero por alguna razón pidió a Musk que la habilitara de todos modos, cosa que no hizo.
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Billonarios en la guerra
En cierto modo, el asunto es muy sencillo: Un gobierno solicitó un servicio a una empresa privada que el líder de esa empresa consideró inapropiado, y se negó. Ahí se demuestra el riesgo inherente de confiar en un servicio privado para la ejecución de una guerra: Musk era, en efecto, un mercenario o un traficante de armas, aunque menos directamente implicado en la violencia. La propia Rusia pronto tendría su propia demostración de un principio similar cuando el Grupo Wagner marchó sobre Moscú.
Pero en otra interpretación de los hechos, mucho más preocupante, un multimillonario estadounidense tomó una decisión militar unilateral para una potencia aliada extranjera. No cabe duda de que esto ha ocurrido en innumerables ocasiones, pero rara vez una tecnología ajena al complejo militar-industrial (y, por tanto, ajena a sus normas y expectativas) ha alcanzado tan rápidamente la prominencia como lo ha hecho Starlink debido -hay que decirlo- a la propia promoción que Musk hizo de ella para su uso por Ucrania tras la invasión rusa.
Las complejas matemáticas de la geopolítica están fuera del alcance de este artículo -y de hecho de este sitio y su autor-, pero es difícil no preguntarse si es apropiado que Musk ofrezca un servicio clave para apoyar a Ucrania, sólo para retirarlo a su propia discreción.
«Si hubiera accedido a su petición, entonces SpaceX sería explícitamente cómplice de un importante acto de guerra y escalada del conflicto», escribió Musk para justificar su decisión.
Esto es bastante justo a su manera, pero, como ocurre con muchas de las declaraciones del CEO, desprecia profundamente un contexto importante.
Dejando a un lado que Starlink ya había sido un facilitador clave de innumerables acciones militares, no hace falta ser un experto para encontrar dudosa la afirmación de Musk de que esto habría equivalido a un «mini-Pearl Harbor». Ucrania y Rusia estaban ya en guerra abierta, instigada por la invasión de este último país; comparar un contraataque contra un agresor durante un conflicto grave y en curso con el infame ataque furtivo que arrastró a Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial es, en el mejor de los casos, una ignorancia. Pero considerando las propuestas de Musk de que el conflicto termine con concesiones a Rusia, parece más falso.
Es sencillamente insostenible que la opinión personal de Musk sobre cómo debe desarrollarse un conflicto sea el único factor determinante de cómo puede desplegarse Starlink en la guerra. Como el asesor de la oficina del primer ministro ucraniano, Mykhailo Podolyak, expresó en X/Twitter tras conocerse la noticia: «A veces un error es mucho más que un error. Al no permitir que los drones ucranianos destruyeran parte de la flota militar (¡!) rusa a través de la interferencia de #Starlink, @elonmusk permitió que esta flota disparara misiles Kalibr contra ciudades ucranianas. Como resultado, civiles, niños están siendo asesinados. Este es el precio de un cóctel de ignorancia y gran ego».
¿Está Musk dispuesto a realizar el juicio de valor de si negar un ataque contra material ruso merece la pena por el inevitable coste en vidas ucranianas? Porque esa es la posición en la que se ha colocado a sí mismo: decidir quién debe vivir en una guerra que tiene lugar en el lado opuesto del mundo.
No es difícil imaginar que Musk pueda creerse capaz de hacerlo, pero no sería la primera vez que sobrestima su propia competencia. La cuestión no es si puede tomar la decisión, sino si debería permitírsele a él, o a cualquiera en una posición similar de poder civil o comercial, tomarla.
Garry Kasparov, antiguo campeón mundial de ajedrez y ahora destacado activista, ofreció un sencillo resumen: «SpaceX y Starlink son maravillosos, pero si la delirante agenda ‘antibélica’ de Musk le lleva a interferir en sus servicios en beneficio de Rusia, es un riesgo enorme».
La situación en la que se encontró Musk era nueva y sin precedentes, pero ahora no es ni lo uno ni lo otro. Y aquellos para los que las decisiones de vida o muerte son territorio familiar probablemente encontrarán formas de eludir a un oligarca extranjero que interfiere al tomarlas.
Información de Tech Crunch.
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