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“Se le puede sonreír a Maduro y a la vez pedir que se investigue lo que pasa en Venezuela”

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“Se le puede sonreír a Maduro y a la vez pedir que se investigue lo que pasa en Venezuela”

Entrevista a Patricia Tappatá, integrante de la misión de la ONU que investiga las violaciones a los DDHH en Venezuela.

Redacción | LA NACIÓN

Hace poco más de un mes, y sin el apoyo de la cancillería argentina, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó en Ginebra la prórroga de la tarea de la misión independiente que investiga las violaciones de los derechos humanos en la Venezuela chavista. Patricia Tappatá, experta en derechos humanos nacida en Bahía Blanca, es parte de esa misión que lleva adelante las investigaciones, que merecieron hasta ahora la indiferencia y la mirada de soslayo del gobierno de Nicolás Maduro, que lo considera un ente “político” y sigue sin permitirles el ingreso a su territorio.

En una entrevista con LA NACION en su departamento porteño, Tappatá lamenta la abstención argentina en esa votación por la continuidad de su trabajo, y lo adjudica a una “mirada ideológica de los derechos humanos”, que establece una “doble vara” al juzgar las violaciones a esos derechos. Con una larga forja de servicios que incluye pasos por Perú en la época de auge de Sendero Luminoso, El Salvador y Bolivia en 2019, luego de la violenta salida de Evo Morales del poder, Tappatá defiende el trabajo de la misión, cuyo mandato es apoyado por el presidente del Consejo, el también argentino Federico Villegas Beltrán, y cree que a pesar de la necesidad del mundo de comerciar con Venezuela en tiempos de escasez de petróleo, “se le puede sonreír a Maduro y a la vez pedir que se siga la investigación” sobre las violaciones a los derechos elementales que, a su juicio, continúan en el país caribeño.

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–En Venezuela justifican la prohibición de entrada de la misión al afirmar que ya trabajan allí la CPI y el Alto Comisionado, la denominada comisión Bachelet. ¿Qué plus le agrega esta misión a la investigación de lo que pasa allí?

–En el Consejo están representados todos los países, es el órgano que toma decisiones sobre investigar o no a los países. El órgano técnico es el Alto Comisionado, que rinde cuentas ante ese Consejo, y tiene oficinas donde los países le permiten entrar. Venezuela, en este caso, da autorizaciones sólo por un año, y la vigente está por vencer, aún no se ha renovado. La nuestra es, por el contrario, una misión internacional independiente, ad honorem, tenemos que rendir cuentas ante el Consejo dos veces por mes, ponemos la firma. Venezuela no ha autorizado ninguno de los mecanismos especiales de control de Naciones Unidas, que son muchísimos, el único que ha entrado es el de medidas coercitivas unilaterales, con eso se indica mucho. La misión emitió 21 cartas al gobierno de Venezuela, pero no sólo pidiendo entrar, sino además pidiendo acceso a expedientes. En ninguno de los veintiún casos recibimos respuesta.

–Venezuela tiene hoy una mejor relación con el mundo, un nuevo escenario vinculado con la guerra en Ucrania. De hecho, Maduro se reunió hace días con Macron, y con Argentina se normalizó el vínculo diplomático. ¿Eso complica la investigación?

–Como clima de contexto, claro que influye. En este clima es fácil que más gente sonría y diga que Caracas está muy lindo (se ríe). Es un dato de la realidad, pero mientras Venezuela no produzca cambios sustantivos en términos de independencia de Poder Judicial; de cumplimiento de procedimientos (se altera permanentemente las fechas de detención de las personas, por caso); mientras se aplique sistemáticamente la tortura, nada cambia de modo sustancial. Petróleo y oro son dos bienes que le permiten a Venezuela que los líderes del mundo les sonrían, pero algunos sonríen y siguen votando en favor de que se investigue y apoyando por ejemplo la tarea de la CPI.

–Una cosa no quita la otra, entonces…

–Claro.

–¿Cual sería el objetivo primordial de la misión para el año próximo?

–Estamos definiendo en estos días los focos de nuestra futura acción. El primer informe fue en 2020, y allí se hizo un análisis de los aparatos de seguridad con los que opera el gobierno bolivariano. En 2021 nos centramos en el funcionamiento cómplice del aparato judicial que permite que todo esto suceda y produzca un grave daño a las víctimas, que no han sido resarcidas. Este año decidimos profundizar en los aparatos de inteligencia porque son los que mayor número de víctimas producen, al silenciar a la oposición, el objetivo central de la represión que lleva adelante el gobierno de Venezuela. Queremos continuar monitoreando los casos más graves y prestando atención también a un hecho que puede agudizarse: la restricción de la libertad en el espacio público, muchas veces dejado de lado por problemas más graves. En cuanto a las restricciones a la prensa, en Venezuela hoy hay indicaciones precisas (a los medios) de temas que no deben ser abordados, y que hacen al libre juego en el espacio cívico.

Lea la entrevista completa de LA NACIÓN, haciendo click aquí.

 

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