Análisis

Análisis: Maduro y sus generales perdieron la primera batalla

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Análisis: Maduro y sus generales perdieron la primera batalla

Dr. Huber Matos Garsault

Presidente de la Fundación Huber Matos para la Democracia

 

Según la versión del Almirante Giuseppe Alessandrello, Comandante General de la Armada Bolivariana, media hora después de la medianoche del 30 de marzo una lancha patrullera venezolana conocida como el Naiguatá se encontró en aguas venezolanas cerca de la Isla Tortuga con el crucero turístico Resolute de bandera portuguesa. Después de un intercambio por radio, la patrullera le ordenó al crucero que se dirigiera al puerto de Porlamar en la Isla Margarita. Cuando el crucero desobedeció la orden, el Naiguatá le empezó a disparar con rifles de asalto y el crucero reaccionó embistiendo a la patrullera venezolana y hundiéndola. Lo pudo hacer, según el Almirante, porque el Resolute es mucho más grande que la patrullera. El régimen de Maduro denunció que el crucero era usado para infiltrar mercenarios en territorio venezolano.  De esta versión solo se puede sacar la conclusión de que por ineptitud o por temor, Maduro y sus generales perdieron la primera  batalla contra el “imperialismo”.

Hay una afirmación que invalida esta narrativa “oficial”.  No es cierto que en el mar en una circunstancia así el de mayor tamaño tiene la ventaja.  El que tiene la ventaja es el más rápido.  La patrullera Naiguatá podía alcanzar 22 nudos por hora, el crucero puede alcanzar una velocidad máxima de 16 nudos, en el mar es una diferencia significante. La patrullera podía evadir al crucero con facilidad y era la que podía golpear al crucero casi a su antojo.  Igual que una avispa puede alcanzar a cualquier persona por mucho que huya.

¿Entonces cuál es la explicación?

En una cadena de mando militar en estado de emergencia, Maduro y sus principales generales incluyendo sus aliados cubanos, tienen que haber sido alertados tan pronto el Naiguatá encontró al crucero turístico. Desde el principio el alto mando debe haber jugado con dos hipótesis: Una, que el crucero era una nave enemiga o dos, una nave que entró en aguas venezolanas por error. En el primer caso procedía reforzar la protección del Naiguatá con algunas unidades aéreas que en poco tiempo estarían volando sobre el Naiguatá y el Resolute. Otras unidades navales deberían haber salido hacia el lugar, por lo menos una del Puerto de Porlamar en la Isla Margarita, a poca distancia del encuentro. En la Isla Margarita también se encuentra la base aérea “Luisa Cáceres de Arismendi” de la que en el pasado aviones sukhoi han practicado la protección de las costas venezolanas. La ausencia de esas acciones demuestra la incapacidad de los generales venezolanos que con frecuencia hacen alarde del poder de respuesta de sus fuerzas armadas.

O, tal vez llegaron a la conclusión de que tomar un crucero con bandera portuguesa de rehén sería una oportunidad perfecta de ganar la primera victoria contra el “bloqueo yanqui”. Posibilitaba un chantaje directo a Portugal que ha apoyado a Juan Guaidó y cuyo “Novo Banco” congeló en 2019, 1.567 millones de euros del régimen de Maduro.

En este segundo escenario, cuando el crucero se negó a obedecer el cambio de rumbo hacia Isla Margarita el alto mando dio órdenes al Naiguatá de que le disparara al Resolute con rifles de asalto. ¿Por qué no ordenaron que usara  su cañón  y otras armas de grueso calibre?  Cuando el crucero ignoró la balacera le dieron la orden a la patrullera de embestirlo con potencia, las veces que fuera necesario para obligarlo a tomar el rumbo indicado.  El alto mando no se tomó unos minutos para enterarse por Internet de que el crucero turístico Resolute había sido fabricado con un casco reforzado para romper hielos en las giras turísticas por el Polo Norte.  Así  el Naiguatá embistió en varias ocasiones al Resolute hasta que el casco de la patrullera fabricada en España y vendida a Hugo Chávez colapsó y la nave se hundió.

El Resolute, que según el régimen de Maduro había cometido un acto de guerra hundiendo a una patrullera de la Armada Bolivariana, siguió navegando hacia Curazao sin que nadie lo molestara.  Ni un solo avión de la fuerza aérea bolivariana fue enviado para obligar al agresor a dirigirse a Isla Margarita.  Si no obedecía había suficiente razón y poder de fuego para disuadirlo y de paso capturar cómplices y evidencias de su uso como “crucero” de infiltración de mercenarios.  Creo que el temor paralizó al alto mando en Caracas y en La Habana y para justificarlo han hecho pública una  versión de los hechos que no tiene sentido.

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