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En Nicaragua, el régimen no reconoce grave mortandad del Covid-19, pero entierra los muertos a medianoche

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En Nicaragua, el régimen no reconoce grave mortandad del Covid-19, pero entierra los muertos a medianoche

Ausencia de medidas de distanciamiento y prevención, organización de eventos masivos y la incapacidad del sistema de salud del país centroamericano auguran una crisis sanitaria de grandes proporciones que afectará a Costa Rica y otros vecinos.

Redacción | Primer Informe

Todas las señales indican que el coronavirus corre libremente en Nicaragua. El régimen de Daniel Ortega desestima la existencia de una crisis y exclama que su enfoque para atender la pandemia es el mismo que ha tenido Suecia, equiparando la capacidad de atención del sistema de salud de los escandinavos a la del segundo país más pobre del hemisferio occidental, gracias a sus políticas socialistas.

El régimen sandinista se mantiene en negación y acusa a los críticos de querer sembrar el caos en el país mientras largas filas de personas se forman en los hospitales sobrepasados por la cantidad de pacientes.

A los fallecidos se les entierra a la medianoche sin ninguna ceremonia y sin ninguna certeza para los allegados de que siquiera se esté dando sepultura a la persona correcta.

También se reporta que en las farmacias las medicinas esenciales están agotadas e incluso la temporada de béisbol ha sido cancelada por el temor de los jugadores al salir a campo.

Ortega no solo niega que el coronavirus haya creado una crisis en el país, al contrario no ha suspendido la realización de eventos masivos y ha organizado festivales de comida y la marcha “Amor en tiempos de Covid”.

Los bares también continúan abiertos y no se aconseja al público ninguna medida de distanciamiento social.

El régimen de Ortega y Murillo incluso convocaron a una marcha llamada «Amor en tiempos del Covid-19»

Las cifras que el régimen sandinista maneja son de 759 casos y 35 muertes, pero organizaciones no gubernamentales como el Observatorio Ciudadano, institución conformada por médicos epidemiólogos y otros especialistas de salud, las sitúan en 3.725 casos y 805 muertes.

Las autoridades sanitarias estarían atribuyendo muchas de las muertes de la Covid-19 a otras causas para evitar engrosar la estadística, advierten.

Pablo Cuevas, nicaragüense integrante de la Comisión Permanente de Derechos Humanos, ha dicho que el mensaje que Ortega le está enviando a los ciudadanos es claro: “Vayan, contágiense, enfermen y mueran”. Pues está claro que el sistema de salud no tiene ninguna capacidad para atender a un volumen grande de infectados por la enfermedad.

En la vecina Costa Rica, existen temores sobre la alta circulación del virus en Nicaragua. Los costarricenses han logrado una contención envidiable en la propagación del coronavirus y registran apenas una decena de fallecidos, pero estos logros podrían perderse si personas contagiadas cruzaran la frontera desde Nicaragua.

Presos políticos en peligro

Mientras tanto, 37 de los 97 presos políticos que Ortega mantiene en el país han mostrado síntomas relacionados con el coronavirus.  La denuncia fue hecha por organizaciones de derechos humanos que vigilan la situación de estos prisioneros y agregaron que hay otros dos que presentan enfermedades crónicas que los convierten en población vulnerable para la enfermedad.

El tratamiento adecuado para los presos políticos y para la población carcelaria en general ha sido inexistente y se anunció una huelga de hambre para presionar al régimen sandinista a brindar la necesaria asistencia médica. Familiares de los presos políticos explicaron que los síntomas fueron presentados desde finales del mes de abril. Desde entonces, el sistema de salud penitenciario no ha tomado ninguna medida para atender a los afectados.

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