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Los cálculos macabros de Daniel Ortega con el Covid-19

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Los cálculos macabros de Daniel Ortega con el Covid-19

El dictador tiene un solo propósito: perpetuarse en el poder, cueste lo que cueste, y apuesta al caos.

Enrique Sáenz | Confidencial

¿A qué apuesta Ortega con esta gestión criminal de la pandemia?

El imaginario popular nicaragüense esgrime distintas explicaciones que van, desde quienes consideran que se trata de una maquinación para eliminar a los nicaragüenses de tercera edad para que el INSS se ahorre el pago de pensiones; pasando por quienes exponen que es una estratagema para eliminar a los remanentes del viejo sandinismo; hasta quienes afirman que de tanto repetir mentiras, rezos, jaculatorias y conjuros la pareja terminó por creerse sus propias patrañas, y ahora están convencidos de que gozan de investidura divina y ese poder santificado acabará con la pandemia. No pueden soslayarse quienes sostienen que la pareja acordó un “pacto con el diablo” que les exige una cuota de vidas humanas.

García Márquez, en una de sus crónicas sostiene que en nuestras latitudes las realidades son tan desaforadas que desbordan toda imaginación, y toda palabra resulta insuficiente para describirla. Estamos ante una de esas situaciones. Solo que esta realidad está preñada de tragedia.

Nuestra opinión es más terrenal. A nuestro entender, lisa y llanamente Ortega apuesta al caos.

El dictador tiene un solo propósito existencial: perpetuarse en el poder, cueste lo que cueste. Así que su cálculo macabro es que una situación de caos favorecerá condiciones para su permanencia, pues considera que no habría una fuerza política, económica o social con la voluntad o con la capacidad de desafiar su poder.

Así, según las circunstancias externas e internas, tendría a mano dos opciones: posponer las elecciones o fraguar un nuevo circo electoral, bajo sus propias imposiciones, la cuales incluyen la posibilidad de reformas electorales cosméticas.

¿Le importan a Ortega los miles de nicaragüenses que están falleciendo o que puedan fallecer? ¿Le importa que entre los fallecidos vayan también sus seguidores?

Si de este modo se abona al caos y este le facilita mantenerse en el poder, no le importa. Son como los costos humanos y materiales en una guerra: sacrificios necesarios.

¿Cuáles son las “bases de cálculo” en que Ortega apoya esta apuesta diabólica?

La primera se refiere a la comunidad internacional. Parece claro que su estimación inicial fue que la pandemia era motivo suficiente para que los gobiernos concentraran su atención en aliviar las urgencias económicas, políticas y sociales de sus países. En este plano sus cálculos hasta ahora están resultando equivocados. Estados Unidos, la OEA y la Unión Europea no cesan de propinar golpes políticos. La sanción al jefe del ejército es el mensaje más poderoso de los últimos tiempos. Se anuncia que están en camino nuevos golpes. Sin embargo, no podemos descartar que Ortega eleve algunos globos que le permitan estirar o encoger para llegar al tres de noviembre, con la expectativa de que un triunfo de Joseph Biden en las elecciones norteamericanas afloje la presión y vuelvan los tiempos condescendientes de Obama. No es muy sólida esa expectativa porque Ortega es uno de los poquísimos casos que suscita firme consenso entre republicanos y demócratas. Con todo, la permanencia de Maduro en Venezuela exhibe los límites de la comunidad internacional frente a un grupo mafioso aferrado al poder.

Su siguiente medición es interna, con los señores de los grupos económicos locales más acaudalados. Los conoce muy bien y sabe dónde tienen su lado flaco. Está llevándolos al borde del abismo en procura de que más tarde o más temprano terminen buscando o alentando un entendimiento. Según algunos decires esos arreglos hasta ahora no terminan de concretarse porque el precio que les está exigiendo es muy alto.

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